CERRO DE CHIGNAUTLA
Existe una leyenda de cómo brotaron las aguas de Chignautla. Se dice que las cumbres de Chignautla son tres vírgenes tendidas que vivieron los enfrentamientos entre mexicas y totonacas. Estas doncellas mexicas, hijas de Tepatzin, eran la dulce Ixcaxóchitl, la altiva Quilaztli y la bravía Yaocíhuatl. En el momento en que sus amados partieron a la guerra les juraron esperarlos sobre la línea de divisoria de aquellos dos pueblos.
Cuando su padre les comunicó la muerte de sus guerreros nadie pudo convencerlas de volver al xacalli, donde el fuego se había apagado y el malácatl se había detenido a causa de su ausencia. Fieles a su promesa las jóvenes permanecieron en su sitio formando túmulos donde durmieron el sueño eternamente. Mixtli, la diosa de la niebla, llegó entonces a las montañas y con la cauda sutil de sus ropajes formó el sudario de las tres doncellas. Mixtli abandonó también la dura superficie de la sierra, haciendo emanar de ella el llanto amoroso de las desafortunadas, condensándolas en nueve lágrimas.
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